Tuesday, October 31, 2006

UNIDAD 08

Unidad VIII
Teoría sobre la renta nacional y la ocupación
La denominada teoría sobre la renta nacional, es creación en buena medida, de John Maynard Keynes, pero su utilización generalizada por parte de los economistas, si bien no en forma total, no significa que éstos adhieran a los postulados keynesianos.
El centro de la cuestión de lo que se llama “teoría moderna del análisis de la renta” es el nivel de gastos totales, tal como queda determinado por el juego de las fuerzas monetarias del ahorro y de la inversión. Aunque buena parte de esta moderna teoría se debe al economista inglés John Maynard Keynes, hoy día va aceptando las ideas fundamentales de la “Nueva Economía” un crecido número de economistas de todas las escuelas, e incluso muchos autores que no comparten el punto de vista de Keynes y que discrepan de él en detalles técnicos del análisis.

Consumo
Es la última etapa del circuito económico. La suma de los consumos familiares, individualmente considerados, permitirá la obtención del consumo total y la suma de los ingresos y consumos familiares, permitirá la obtención del consumo y el ingreso total y su posterior relación entre ambos.
El consumo es la adquisición de bienes y servicios que se consumirán en forma inmediata y/o que se irán consumiendo en forma lenta.
Se denomina función consumo, a la forma como el consumo se encuentra subordinado al ingreso disponible o al grado de variación del consumo ante una modificación del ingreso disponible. La relación entre el nivel de consumo y el volumen de la renta, se denomina propensión al consumo.
Propensión marginal a consumir es la pendiente de la función consumo.
Propensión marginal a consumir = C
Y
Ahorro e inversión
Es necesario en forma previa, aclarar algunos conceptos y límites vinculados al ahorro y a la inversión. Los sujetos que intervienen en el ahorro y en la inversión no son, predominantemente las mismas personas, generalmente el ahorro es efectuado por personas individuales mientras que la inversión es realizada por las empresas.
El ahorro no debe estar necesariamente vinculado a la inversión. Las personas pueden ahorrar sin que exista correspondencia por parte de la inversión.
Se debe entender por ahorro a la acumulación de activos, entre los cuales se puede encontrar el dinero. Si se resta el consumo del ingreso disponible, la cantidad resultante será equivalente a la función ahorro.
La propensión al ahorro lo hace relacionar con la renta. Por otra parte, el ahorro y el consumo están estrechamente relacionados ya que lo ahorrado es equivalente a lo que no se consume por lo que:
Ahorro + Consumo = Ingreso disponible
La inversión y, básicamente la inversión neta, es la creación de capitales. Debe distinguirse con claridad entre inversión y transferencia de bienes, en la que no existe creación de capital.
La inversión bruta no contempla deducciones por amortización mientras que la inversión neta sí.

Equilibrio
Cuando una variable es susceptible del accionar de un número determinado de fuerzas y mientras éstas sean constantes, puede encontrar un punto de reposo, que representa lo que se denomina estado de equilibrio.
Ahora bien, la ciencia económica, como ya hemos dicho anteriormente, permite el estudio de las distintas partes de la estructura económica sin que ello implique aceptar que su funcionamiento se efectúa en forma aislada. Sin perjuicio de ello, se debe considerar esta realidad dinámica en la que las distintas unidades que toman decisiones (productores, ahorristas, consumidores, etc.), encuentran su propio equilibrio y a través de la participación conjunta, el equilibrio total.
El nivel de equilibrio de la renta nacional, se encuentra en el punto donde los valores del ahorro y la inversión se igualan. En cualquier otro punto, se plantearían diferencias que modificarían los niveles de producción y empleo hasta que se encuentre una nueva situación de equilibrio.
El punto donde se igualan el ahorro y la inversión deseados se denomina nivel de equilibrio.
Una vez encontrado el equilibrio, éste tiende a permanecer, lo que no quiere decir que esto refleje una situación deseada, por ejemplo, el pleno empleo.
Existe otro procedimiento mediante el cual, podemos obtener resultados similares y consiste en la utilización de las curvas correspondientes al consumo (de las familias) más la inversión (deseada por las empresas), lo que en su conjunto representa el gasto total, el que a su vez deberá igualar al PNN.

Pleno empleo. Enfoque de los economistas clásicos y enfoque Keynesiano
Antes de la aparición de los estudios keynesianos, regía entre los estudiosos del área, la convicción de que la economía encontraría su equilibrio, en virtud de la aplicación de una ley bastante simple, conocida como la Ley de Say, que sostenía que: lo producido con la venta de los productos se retribuía a alguien en concepto de rentas, salarios o beneficios y en caso de pérdida, se absorbía lo necesario para cubrir el artículo de que se trate. Este planteo podía, de acuerdo a este argumento, extenderse a toda la sociedad asegurando el poder adquisitivo y dirigiendo todo el sistema hacia el pleno empleo.
Las personas y las empresas ahorraban parte de sus ingresos y en algún momento tenían que ser gastado y, si se producía exceso de ahorro en el sistema, las tasas de interés caerían, lo que produciría un desplazamiento del excedente mencionado hacia la inversión; y el exceso de ahorro podría producir una disminución del poder adquisitivo, que sólo se haría efectiva en forma transitoria, ya que ante esta disminución del poder adquisitivo, los precios de los artículos bajarían produciendo un estímulo en el consumo. Esta proposición teórica era de aplicación también en el campo laboral y es así, que si se estaba ante una situación de desempleo, la mayor oferta laboral ocasionaría una baja de los salarios, situación que favorecería el incremento de la ocupación.
Para Keynes, el desempleo era una situación natural del sistema económico. Las consideraciones Keynesianas sobre el fenómeno descripto por la Ley de Say eran diferentes, por ejemplo, en el caso del ahorro, Keynes argumentaba que la tasa de interés no era el precio que recibía el ahorrista por ahorrar, sino que por el contrario, era la retribución que recibía por conservar su activo, por lo que una baja en la tasa de interés, no necesariamente produciría un estímulo a la inversión. En opinión de Keynes, si el deseo de ahorrar era superior al de invertir, la baja en el poder adquisitivo ocasionaría una baja en la producción, lo que a su vez, traería aparejado un aumento en el desempleo y una caída en los ingresos, de un forma tal, que la capacidad y deseo de ahorrar podía equipararse con similar actitud de invertir, lográndose una situación de equilibrio, pero con desempleo.
Enfoque neoclásico: se supone que los precios de los bienes y de los factores son flexibles, de forma que el mercado de trabajo siempre está en equilibrio. Este equilibrio tiene lugar con pleno empleo, en el sentido de que todos los que desean trabajar pueden hacerlo al nivel del salario vigente en el mercado, de forma que no existe desempleo involuntario. Desde esta óptica, todo aquel que desea trabajar encuentra un trabajo, y si alguien no trabaja es porque no desea hacerlo al salario real de equilibrio. Pude afirmarse que en este modelo es la oferta la que domina sobre la demanda. La producción de equilibrio viene determinada exclusivamente por la producción ofrecida por las empresas, de forma que es la oferta agregada la que domina sobre la demanda agregada.
Enfoque keynesiano: en este modelo, es la demanda la que domina sobre la oferta. Bajo este enfoque, dada la función de producción agregada, una vez que los consumidores determinan el nivel de producción demandado, solo se empleará la cantidad de trabajo necesaria para producir justo el nivel requerido por los consumidores, al margen del deseo de los trabajadores de trabajar más o no, siendo posible que en el mercado de trabajo exista no solo desempleo voluntario sino también desempleo involuntario, pues una parte de la población no puede trabajar porque no hay demanda para ello.
Mercado de trabajo: según el modelo macroeconómico clásico, en el mercado de trabajo la función de oferta es creciente con el salario real. En este modelo, el mercado de trabajo siempre está en equilibrio para el nivel de pleno empleo. Según el modelo keynesiano, la oferta de trabajo es creciente con el salario nominal, pero éste está fijado a un determinado nivel vía negociación salarial. En este modelo, los salarios nominales son rígidos a la baja, lo que puede provocar desequilibrios en el mercado de trabajo.

El multiplicador
El coeficiente numérico que indica el monto del aumento de la renta, producido por cada aumento de la inversión, se denomina multiplicador.
Dicho de otra forma, es el número por el cual, ha de ser multiplicado el incremento de la inversión para obtener como resultado el incremento de la renta.
El Multiplicador se aplica también, a cualquier variable del gasto.
Según Mochon el MULTIPLICADOR es el número que indica cuantas veces ha aumentado la renta en relación con el aumento de la inversión.-
Según Samuelson (185) el MULTIPLICADOR es el número por el cual debe multiplicarse la variación de la inversión para determinar el cambio resultante de la producción total.-
ü Un aumento de la inversión elevará el nivel de producción y de empleo. Por lo tanto una expansión de la inversión puede sacar a una nación de una profunda depresión económica.
ü En el modelo del multiplicador keynesiano un aumento de la inversión privada elevará la producción y el empleo; un descenso los reducirá.
ü Este resultado no es sorprendente, hemos aprendido que la inversión es una parte del PNB, por lo que cuando una de las partes aumenta de valor, seguramente aumentará el valor total.
ü Este análisis keynesiano muestra que un aumento de la inversión elevará el PNB en una cantidad multiplicada, o sea mayor que la cantidad invertida. Este efecto se llama multiplicador: éste designa el coeficiente numérico que indica la magnitud del aumento de la producción generado por cada aumento de la inversión en una unidad.-
ü La inversión produce un efecto multiplicador en la producción. Cuando varía, la producción aumenta al principio en la misma cuantía.-
ü Si nos referimos a la Política Fiscal en el modelo del multiplicador, diríamos, que antes las sociedades sufrían hambre por malas cosechas. La economía de mercado moderna puede padecer pobreza en medio de la abundancia, cuando se deteriora la situación económica y aumenta el desempleo; así también un gasto excesivo produce inflación. Pero las medidas fiscales y la política monetaria, contribuyen a suavizar fluctuaciones del ciclo. En el análisis que hace Samuelson de la política fiscal, detecta una extensión del modelo keynesiano del multiplicador; así si los precios y los salarios son rígidos, de tal manera que la curva de la oferta agregada es plana en los niveles de producción inferiores al PNB potencial.
ü El aumento del gasto público, produce efectos expansivos en el producto nacional, muy parecidos a los de la inversión. La reducción de los impuestos eleva el nivel de equilibrio del producto nacional.-

El comercio exterior produce un efecto en el PNB similar al de la inversión o las compras del Estado. Cuando aumentan las exportaciones netas, aumenta la demanda agregada de producción interior; entonces las exportaciones netas producen un efecto multiplicador en la producción. Pero el multiplicador del gasto será menor en una economía abierta que en una cerrada debido a las filtraciones del gasto hacia las importaciones.

Política Fiscal
Los procedimientos gubernamentales destinados a amortiguar los efectos indeseables, producidos por los ciclos de prosperidad y de depresión económica, mediante la utilización de las erogaciones derivadas del gasto público o de los ingresos provenientes de los recursos del Estado, conforman lo que se ha dado en llamar Política Fiscal.
La Política Fiscal como tal, es un tema polémico entre los economistas y resulta una herencia teórica del pensamiento keynesiano, ya que supone la actuación, bajo algunas formas, del Estado intervencionista, tratando de neutralizar los efectos mencionados e intentando lograr la estabilidad, un adecuado nivel de empleo y el crecimiento.
El sistema económico de mercado provee de resortes automáticos que actúan sin necesidad de decisiones burocráticas previas y que permiten obtener nuevos estados de equilibrio, neutralizando las oscilaciones bruscas de la economía, producidas por los ciclos de auge y depresión. Sin embargo, el tiempo que ello requiere, a veces es muy largo o los efectos no deseados muy profundos, lo que ha llevado a muchos economistas y políticos a abandonar la idea de la estabilización automática. Tal cambio se hizo evidente en los Estados Unidos, como consecuencia de la Gran Depresión de los años treinta. Como consecuencia de la gran crisis que provocó entre otras cosas, muy altos niveles de desocupación, el gobierno de los Estados Unidos, a través del presidente Roosvelt y mediante el instrumento conocido como New Deal, incrementó los montos del gasto público, con el objeto de reducir los niveles de desempleo y reanimar la economía a través de la inversión pública.
La instrumentación de la Política Fiscal implica el abandono, aunque sea temporal, de ciertos argumentos ortodoxos del pensamiento clásico, como el equilibrio presupuestario, que en este caso, es subordinado al equilibrio del ciclo económico, o los niveles de endeudamiento sin precedentes en tiempos de paz.
La aparición de problemas inéditos en el campo económico como el caso de prolongados períodos de estancamiento con inflación o problemas estructurales que no resultan de fácil solución, ha realimentado la polémica acerca del llamado Estado intervencionista

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